Su nombre completo es Byambajav Ulambayar y nació en Mongolia. A los 15 años, ganó el título junior de judo, sambo y lucha mongola. Después de que el Gran Campeón de Sumo japonés decidiera respaldarlo en su carrera, comenzó a formarse como sumo profesional en Japón. A los 16 años ganó su primer campeonato de sumo y a los 20 decidió dedicarse a los combates internacionales, llegando a convertirse en tricampeón mundial.
Sin embargo, a juzgar por las expresiones y miradas de reojo que nos brindó durante la gala, nunca había visto una fauna parecida en todos estos años de carrera.
Todo empezó con Mercedes, diciendo que ahí nos venía con ese pañal. Mercedes, ¿te atreves a llamar así a su mawashi, yendo tú con esas pintas? ¡Qué valor! Si lo que queríais era traer a un gordo para reíros de él pues haber metido a Falete, que seguro que os salía más barato.
La primera fue Terry, que se empeñó en decirle "Buenas tardes" (konichiwa) durante toda la puta noche, y de darle las gracias en chino; total, ¡qué más da, teniendo los ojos rasgados seguro que entiende todos los idiomas orientales!
Después fue Laura, que estaba muy preocupada de que no le chillaran, que le molestaban, e iba mandando a todos que hablaran bajo con su habitual tono, 30dB por encima del nivel permitido. ¡Manda huevos que Laura te diga que no grites! Además, ¿por qué ese empeño en pellizcarle al pobre hombre las mejillas como si fuera un osito de peluche? ¿Nadie le ha dicho que la cultura japonesa no destacaba precisamente porque les guste el contacto con extraños?
"¿Y esto qué es?", preguntó Chari. Eso mismo se está preguntando Byamba, hija mía, que está a punto de hacerse el harakiri.
Mientras tanto, Mercedes, preocupada por "qué estaría pensando el japonés de las tetazas que hay en el programa". (Creo que sobran los comentarios, pero si está pensando lo mismo que yo y los pensamientos se hacen realidad alguna va a tener más problemas que cuando Ana Obregón se subió a un avión.)
Sin lugar a dudas, el momento álgido de la noche fue cuando vio entrar a ese ser tan discreto que tenemos por la casa, Jhota (y menos mal que no vio a su amigo). Creo que nunca he visto a un japonés con los ojos tan abiertos, ni mirar tan descaradamente de arriba a abajo a alguien y partirse el culo (y mira que éste lo tiene grande). Pero te entiendo, te entiendo, Byamba.
Menos mal que estaba ahí Yago para echarle un cable a nuestro huésped, que le dijo que después "le apuntaba todos los nombres en japonés". Además, fue el único que intentó pararle los pies a la machaca-cabezas de Patricia, cuando estaba hablando al japonés como si fuera idiota, y pensando que por hablarle despacio y gritándole, al otro se le iba a encender una lucecita y empezar a entender nuestro idioma. Yago fue más diplomático y le dijo: "No le hables como si fuera un ordenador". Y cuando parecía que la cosa sólo podía ir a mejor, Patricia empezó a "cantarle" una canción (atención a la cara de Yago y la musiquilla de fondo con cuerdas desafinadas).
Nuevamente nuestra amiga Patricia lo dio todo y dejo en ridículo a España y a parte del extranjero cuando empezó a "cantar" ¿"Se nos acabó el amor"?. A mí lo que se me acabó hace tiempo con esta chica fue la paciencia. Por cierto, la cara de qué vergüenza ajena de Yago cuando Patricia se pone a torturar al pobre japo, no tiene precio. Si hasta la propia Mercedes (a la que incomprensiblemente parece que esta mujer parece hacerle gracia) dijo: "Le va a a pasar como al conejo, que le va a dar un estrés. Se nos ahorca con el pañalón", creo que ya está todo dicho. Ni la mismísima Eugenia (personaje de la serie de TV Aída) lo definiría mejor: Patricia, "creo que hablo en nombre de todos, cuando digo que me das asco y vergüenza".
Pues nada, al pobre nipón ya sólo le queda una semana de condena, ¡Ganbatte, Byamba, que no hay mal que 100 años dure!
Jajajajaja...
ResponderEliminarIronía a raudales, que no decaiga!!!
No creo que te hayas dejado nada en el tintero, de hecho, creo que te has quedado mucho más que a gusto, pero, ¡qué cojones!, el tema lo merecía xDDD
:)